sábado, 31 de agosto de 2013

Cronología subjetiva

Sobre lo que se trata en este blog hay bastante bibliografía ahí fuera, y otras webs mucho más rigurosas. Yo me limito a cubrir lo que he encontrado en mi sótano, y además, me apetece explotar aspectos que igual sólo me interesan a mí, como el grafismo setentero y la publicidad viejuna. Este artículo pretende dar el contexto.

Los 70 a.E.


Yo nací en 1981. Pero tengo una hermana doce años mayor, que dejó de interesarse por sus tebeos cuando yo llegué para heredarlos. Así que el corpus de cómics en mi casa empieza en los primeros 70.

Justo en 1970 se estrena Mortadelo, la primera revista de Bruguera con personaje de Ibáñez en la cabecera. (El personaje había nacido en 1958.) Influenciada por la publicación francesa Pilote (de la que tomaron prestados a Astérix y Blueberry), la revista presenta poquísimas innovaciones respecto al modelo de tebeo que Bruguera venía haciendo desde el neolítico (DDT, Tío vivo, Pulgarcito, etc). De hecho, así a primera vista hay sólo dos innovaciones, aunque las dos me parecen brillantes: la historieta de estilo libre en portada, y el gag de la o del título, distinto en cada número. Si algún día fundamos una revista de cómics, esas dos ideas hay que fusilarlas sin rubor alguno.

Dibujo del trabajado (con muchas arruguitas, como decía el autor), composición dinámica, "y hasta me gusta el color". Lo puto mejor de Ibáñez, a mi juicio.

La revista la dirigieron Vicente Palomares y más tarde Jorge Bayona Url, cuyo segundo apellido es muy útil para resolver crucigramas. Bayona, por cierto, era de Vic y murió en La Floresta este 2013. Igual era un vallvi, también. Abrazos para él.

Los autores de relleno en esta época: varios que aún colean de la primera generación Bruguera (Peñarroya, Escobar, Jorge) y algunos más contemporáneos: Vázquez, Schmidt, Raf, Tran, Rojas, Rovira, Segura, Jiaser, Alfons Figueras...

El éxito hace que se multipliquen las cabeceras. En 1972 nace Súper Mortadelo, y más adelante surgen monográficos con la cabecera Mortadelo Especial. Todos son esencialmente lo mismo. En Mortadelo se publican los episodios de historias largas; en las demás revistas van historietas cortas, a menudo hechas por negros.


Las portadas de Mortadelo Especial
solían ser de Raf. Otro grandísimo.

Paralelamente, en 1971, Bruguera empieza a recopilar el material tanto en álbumes de lujo (tapa dura con títulos tipo "Magos/Ases/Maestros del Humor" donde recopilan las historias largas) como ediciones populares. Estas últimas son la famosa colección Olé, de tapa blandurria y 80 páginas. Sacaron más de 300, y más de la mitad eran de M&F. Se suponía que eran una especie de antología,  pero en la práctica son cajones de sastre donde se mete de todo sin ningún orden ni escrúpulo. Comprar uno de estos era una tómbola: lo mismo te salía un largo de los buenos (rollo El sulfato atómico) como un puñado de bipáginas subpar dibujadas por el equipo de negros habitual. Y algo de botones Sacarino para rellenar.
Los títulos de estas recopilaciones eran pura esencia Bruguera concentrada: Trompazos a go-go. Dos locuelos de atar. Vaya par de majaretas. Creo que el tipo que se los inventaba ahora traduce las comedias norteamericanas.

Este es el más viejo que tengo: n.º 35. No
es primera edición, porque el precio es de
100 pesetas. Y ni la portada es de Ibáñez.


Había muchas más revistas, de las que tengo uno o ningún ejemplar. Tío Vivo y DDT resucitaron. (En Bruguera nada moría nunca del todo. Creo que aquel verso del Necronomicón, "That is not dead which can eternal lie", era su lema. Probablemente, el Necronomicón lo publicaron ellos. Colección "Nigromantes del humor.") Otros personajes de la casa ganaron cabecera propia, aunque creo que los únicos no hijos de Ibáñez que lo lograron fueron los de Escobar. También tuvieron "super" y "especiales".

Zipi y Zape también tenían un post
con la mano abierta. Recordádmelo.


No, espera, me equivoco: Jan tuvo cabecera propia con Superlópez y un nuevo Pulgarcito (1981). Lo dicho: aquí no se mata nada.

Los 80 d.E.

Volviendo a Mortadelo: en los primeros 80, Bruguera empieza a tener problemas económicos graves. Fruto de estos, supongo, se opta por fundir las revistas Mortadelo y Súper Mortadelo en esta nueva cabecera, los primeros Mortadelos que en casa me compraban a mí. (Yo aprendí a leer muy pronto. No lo digo por decir; es verdad. Si os consuela añadiré que en plástica era imbécil, pero joder, por una cosa buena que tenía de niño, la digo.)

Aunque esta etapa parece representar la crisis de Bruguera, tengo buenos recuerdos de ella. Creo que co-dirigían Bayona Url y Armando Matías Guiu (quien, además, era redactor y personaje recurrente).


En esta etapa adquieren gran poder rellenador Rovira y March. Y también Esegé, Domènec y Miguel.

Es por esta época cuando al menos dos grandes de la casa (Ibáñez y Raf) deciden abandonar Bruguera antes de que el barco se hunda, y fichan por la editorial Grijalbo. Problema: en aquella época, los artistas eran libres de irse, pero la obra era propiedad exclusiva de la editorial. Como Ibáñez no puede hacer más Mortadelos, porque el personaje es de Bruguera, se saca de la manga a Chicha, Tato y Clodoveo. Los estrena en la revista Guai! (1986).


Grijalbo llegó a editar sus propios álbumes estilo Olé (los llama Tope Guai, creo) recopilando los largos del trío.

En 1987, Bruguera echa la persiana. El grupo Zeta se queda todo el fondo editorial, y así nace Ediciones B. El editor coge a un equipo de negros (quizá el mismo equipo de negros que usaba Bruguera) y les pone a hacer Mortadelos (bastante malos). Firman como Equipo B.


Esto me pilla con 6-7 años, y creo que es parte fundamental de mi educación comiquera y la de mi generación. Porque en estas revistas, la historieta de Mortadelo es mierdecilla, mientras que en las páginas siguientes llega un nuevo equipo de gente joven con ideas nuevas que salvan la papeleta. Siguen Rovira y March, y llega Cera. Y Ramis. Y Maikel. Y Marco. Autores de relleno que mantienen a flote una revista caduca cuyo único propósito parece ser el de seguir exprimiendo unos personajes de hace 30 años que ya han pasado su mejor momento.

Esos autores de relleno, y el rey Jan, haciendo desde los 80 lo que le sale de los escarolitrópicos gmnésicos, me enseñaron la lección más importante como autor: no creas ciegamente en los clásicos. Haz lo que te parezca.

* * *

El desenlace de la historia: B refundó Súper Mortadelo, Zipi y Zape, la colección Olé (varias veces), y los álbumes de Magos/Genios/Blablablá del humor. Fundó y mató El tebeo (suplemento de El periódico entre 1990 y 1992). El proyecto de Grijalbo, por su parte, fracasó. Se quedó sus cabeceras Tebeos S.A. (que, casualmente, es Ediciones B también). Tras querellarse con B, en 1988, Ibáñez llega a un acuerdo con ellos para retomar sus personajes, pero (inexplicablemente) las nuevas historias siguen siendo tan característicamente penosas como las del Equipo B. Es lo que los mortadelólogos llaman "la etapa negra". Dicen que esa etapa acabó superándose, y estoy de acuerdo, pero para mí Mortadelo ya no tiene nada nuevo que ofrecer. Su autor ya es lo que se dice un veterano: la guerra está hecha; las condecoraciones, puestas; el respeto, merecido y ganado de todos nosotros. Ya está. Ya podemos mirar a otro lado.

Creo que B cerró la última revista de cómics en 1995.


lunes, 26 de agosto de 2013

Publicidad


1979. (Y con faltaca de ortografía, por cierto.)

¿Qué hace Retoño? Rimas no, espero.

domingo, 25 de agosto de 2013

Series serias


Las revistas de cómics Bruguera (Tío vivo, Pulgarcito, Mortadelo, etc) estaban realizadas casi íntegramente por autores locales (Ibáñez, Conti, Raf, Escobar, Vázquez, Schmidt, etc), casi todos dedicados al cómic humorístico, o incluso bruguerístico, que ya era un género en sí. En Mortadelo, fundada en 1970, por ejemplo, Ibáñez era el autor titular, y los demás estaban "de relleno". Dicho con todo el respeto. Al fin y al cabo, es de lo que va este blog.

Era norma de la casa, sin embargo, que todas esas revistas incluyeran siempre algunas páginas de cómic más serio, de aventuras o policíaco. Estas páginas eran a veces de autores patrios (El corsario de hierro, de Ambrós), pero más a menudo eran parte de álbums americanos o francobelgas, a veces conocidos (Blueberry, de Moebius), y a veces más oscuros (y baratos, supongo). Su estilo encajaba entre el resto de la revista como agua y aceite.

La fascinación que hoy me producen esas series es proporcional a lo mucho que me aburrían de pequeño. Eran el relleno de las páginas de relleno.

Yo pasaba de estos cómics sin mirarlos apenas: eran historias de diálogo denso y personajes de mandíbula cuadrada y anchos de hombros, sin narices grotescas, y me costaba distinguirlos. Además, siempre eran episodios de obras mayores y, al no tener los números consecutivos, me faltaba el contexto para seguir la historia. Cuando abandoné las revistas en un sótano, no retenía el nombre de un solo personaje o un solo autor. (Tampoco es que Bruguera se esforzara mucho en hacerlo constar.) Suerte que hoy, gracias a San Google, puedo poner nombre a esas páginas y a los que estaban detrás de ellas.


Sección R, de Raymond Reding.Entiendo que es la versión
de Eric Castel para chicas y Édgares.

La serie es Los delfines y el título, Operación Vikingo.
Firman unos tales N. Quinto y D. Quinto; no he sabido identificarles.

El teniente Marlo, de C. Nizzi y S. Zaniboni. Como traductor, consta Armando Matías Guiu.

Mira, unos españoles: ese Francisco Pérez será Pérez Navarro / Efepé, I suppose. Dibuja Jesús Redondo.
El imperio trigano. Guion de Mike Butterworth, dibujos de Don Lawrence.
(No era común que Bruguera publicase originales a color.)


Jan Europa, de Edmond (Edmond Fernández, Barcelona 1938). Esta serie pulp la comisionó expresamente Bruguera para Mortadelo en 1979, en un intento de coger aire en su última etapa. Glénat la republicó entera (junto con páginas inéditas) en 2009.

viernes, 23 de agosto de 2013

Jesús de Cos & Miguel - Fernández


Revisar tebeos viejos es peligroso.

Supongo que pasa con todo lo que te acompañó en tu infancia. Pero con los tebeos, más. Porque de niño (yo tenía aún 6 años cuando salió el número de Súper Mortadelo del que he escaneado estas viñetas), una revista no es algo que consumas en un día, efímero como un programa de tele. Es algo que lees a tu ritmo (que suele ser lento), que relees varias veces, y que luego puede pasar años ahí, merodeando por tu habitación, de la pila a tu mesa y de la mesa a la cama, siempre ofreciendo las mismas historietas concretas, únicas, que te sabes de memoria. Sin entusiasmarte, casi deprimiéndote a veces, pero consolándote gracias a su familiaridad.

¿No os pasaba esto? A mí sí.

Revisitando esas revistas de mayor, recuerdo el tiempo perdido en esas páginas (nah, perdón; "perdido" suena muy duro: invertido). Sobre todo en las de relleno, las que no me divertían especialmente, las que entonces no apreciaba. Y a veces me doy cuenta de cuánto influyeron en mi maleable cerebro sin darme cuenta. En serio, esto es preocupante: dudo que los autores seamos conscientes del poder que tenemos sobre un lector infantil, de cómo una pose o una frase poco pensada se le quedará grabada de por vida.

Por ejemplo: ahora veo a la hada Morgana y pienso: ¿de dónde coño me creía yo que había sacado el anacrónico peinado de Punker, personaja con quien he hecho dos novelas y un proyecto de sitcom?


La historieta, por cierto, es Fernández, con guion de Jesús de Cos y dibujos de Miguel, uno de los autores que llegó para la última etapa de Bruguera y primera de Ediciones B.

Revisando tebeos viejos, también, puedes hacer justicia a esos autores. Miguel dibujaba muy bien. Y metía pibones. Eso siempre se agradece.

Otra ventaja de la época moderna es que todo lo que a uno le costaría trabajo descubrir en los 80 sobre esos autores (por no dar, las revistas no daban ni lista de colaboradores) hoy está a un guglazo de distancia. Miguel Francisco Moreno (que contaba apenas 20 años cuando dibujó esto) es de Badalona, vive en Finlandia y sigue dibujando muy bien. Si algún día lee Vallvi, y espero que le guste, se habrá cerrado un círculo.

domingo, 11 de agosto de 2013

El otro día hablaba con...


El otro día hablaba con Xavi trabajaeneljueves de las viejas revistas de Mortadelo y tal. Revistas juveniles de cómics, vaya. Algo que era parte de nuestra infancia, que formó nuestro sentido del humor y que ya no existe. Esto los críos de ahora no lo conocéis, blablablá, cosas de anciano de 32 años.

No, en serio: en realidad, me da igual que ya no existan esas revistas porque 1) si existieran, yo no las leería; 2) si ya no las hay, por algo será (conozco de cerca el caso de Míster K, que por algún motivo no se vendió); y 3) si las hubiera, serían como Míster K. Y Míster K no me gustaba mucho. Quizá me hubiera gustado a los 12 años, pero no como me gusta Mortadelo a los 32.

En realidad, a los 32 no me gustan los Mortadelos para leerlos. Sólo para verlos. Hasta para atesorarlos. Como los vinilos o los coches o cualquier cosa de mi infancia. Porque lo que me gusta no es el Mortadelo: es la época que representa, aquella estética, aquel grafismo, aquella ingenuidad, aquellas redacciones donde se fumaba y se escribía a máquina; aquellos muebles y coches y peinados.

Aunque en realidad no volvería a mi infancia ni loco. Ni cambiaría el peinado de las chicas que me gustan. Eso nunca. Pero me gusta que el pasado esté ahí. Creo.

Últimamente tengo la sensación de que cada cosa que afirmo contradice otra que pensé el día anterior.

En fin. Qué decía. Ah, sí. Que me he bajado unos torrents de Mortadelos viejos y que os preparéis, porque voy a colgar un montón de hilarantes anuncios impresos de los 70. Ya está.